La nostalgia, el veneno de Javier Aguirre
Javier Aguirre regresa a la Selección Mexicana para el Mundial 2026, pero la nostalgia, su veneno en 2002 y 2010, parece seguir presente, ¿podrá superar sus antiguos errores o repetirá las mismas fallas del pasado?
Javier Aguirre comenzó su tercera etapa al frente de la Selección Mexicana de Futbol, y aunque muchos lo ven como el técnico que podría llevar a México a superar sus limitaciones históricas, las noticias de su primera convocatoria no parecen alentadoras. La misma nostalgia que lo frenó en los octavos de final de los Mundiales de Corea-Japón 2002 y Sudáfrica 2010 puede ser el veneno que limite su trascendencia en el Mundial de 2026.
El «Vasco» tiene una sombra que lo persigue: la lealtad a las viejas glorias. En 2002, cuando el partido contra Estados Unidos se tornó cuesta arriba, Aguirre apostó por la experiencia de Luis Hernández, esperando que «El Matador» resolviera el encuentro como lo había hecho cuatro años antes. Pero las botas desgastadas de Hernández no pudieron salvar el día, y México se despidió del torneo.
“Ese partido lo perdimos por la soberbia que tuvo el entrenador en ese entonces, que era Javier. La soberbia que le transmitió a los jugadores que estuvimos en la charla antes del partido, ahí perdimos el partido”, dijo «El Matador»
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Ocho años después, Aguirre regresó para salvar el barco Tricolor. Ya no era el técnico novato de Corea y Japón; ahora llevaba en su valija la experiencia de más de 300 partidos en Europa, con campañas exitosas en Osasuna y Atlético de Madrid. Sin embargo, su inclinación por la nostalgia volvió a manifestarse.
Cuauhtémoc Blanco fue clave en las eliminatorias, pero a sus 37 años, sus piernas no pudieron seguir el ritmo del combativo equipo uruguayo en Sudáfrica 2010.
México dejó escapar la oportunidad de ganar su grupo y, en lugar de enfrentarse a Corea del Sur en octavos, el destino los emparejó nuevamente con Argentina. La esperanza de revancha se desvaneció cuando Adolfo Bautista apareció en el once inicial. «El Bofo» tenía 31 años, pero su magia ya no era la misma. La cruda realidad se reflejó en las estadísticas: Óscar Pérez, el portero, corrió más kilómetros que Bautista durante el partido.
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La tendencia de Aguirre de confiar en la experiencia sobre la juventud también se vio en su elección de jugadores. En Sudáfrica, prefirió a Óscar Pérez sobre Guillermo Ochoa, y a un lesionado Guillermo Franco sobre Javier Hernández, decisiones que dejaron a muchos preguntándose sobre su visión táctica.
Aguirre llegará al Mundial de 2026 con 67 años, una edad que trae consigo la sabiduría, pero también, en muchos casos, una mayor terquedad. Si en Sudáfrica decidió no escuchar a sus auxiliares, es difícil creer que prestará más atención esta vez, cuando tendrá en el banquillo al inexperimentado Rafael Márquez como su asistente.
La historia se repite. En la primera convocatoria de su tercer ciclo, el «Vasco» optó por Raúl Jiménez, un delantero talentoso cuya carrera dio un giro el 29 de noviembre de 2020, tras un choque de cabezas que lo mantuvo fuera de las canchas por 258 días. Desde aquel fatídico día, Jiménez suma 97 partidos oficiales, con clubes, y registra 20 goles; siete en los últimos 30 encuentros. En 30 partidos de Eredivise, la temporada pasada, Santiago Giménez marcó 23 goles.
El veneno del «Vasco» es la nostalgia, y si no logra romper con ese ciclo, México podría enfrentarse al mismo destino que en 2002 y 2010. ¿Cambiará Aguirre? El tiempo lo dirá.